La ciencia ficción es un género que no sólo trata temas como los extraterrestres, los cyborgs rebeldes o la realidad virtual, por nombrar alguno de los más destacados. Existen películas, como "Never Let Me Go", que no calificaríamos dentro de este género, al menos según la idea inicial que podemos tener de ella, puesto que parece más un drama romántico que otra cosa.
Sin embargo, aparte de eso, también tenemos que hablar de ella como una película de ciencia ficción. La obra está dividida en tres partes claramente diferenciadas, sobre todo porque se da en tres periodos temporales distintos, todos ellos del pasado. Habla de tres amigos, dos niñas y un niño, y su vida desde la niñez a la adolescencia. Pero esta vida no es usual, y por muy realista que se nos quiera mostrar tampoco podemos concebirla como algo puramente verídico, puesto que el pasado que se nos muestra nunca ha sucedido y está ideado para conseguir desarrollar las subtramas entre los personajes, aunque se podían haber dado del mismo modo si se hubiera utilizado otro elemento distinto.
Los personajes son presentados durante su niñez en uno de esos elitistas colegios ingleses para familias adineradas. Hasta ahí podemos entender lo que nos pretende mostrar la historia, aunque se dan escenas en las que no todo parece tan idílico como debería, sobre todo cuando se refieren a poder salir del colegio. Tras la presentación, se nos informa —tanto al espectador como a los personajes— de que su única función es crecer sanos y fuertes para que en algún momento de su vida deban sacrificarse y donar todos sus órganos, les guste o no.
Este choque psicológico que sufren los personajes, a los que también acompaña el espectador, supone una idea bastante deprimente de lo que puede acontecer después, aunque no es nada comparado con lo que se da en el resto del metraje. El discurso es, sin duda, bastante deprimente en sus conclusiones, aunque para ello vaya tomando elementos de distintos géneros para incorporarlos a la historia general, y sobre todo al estilo de la película. La infancia de los niños se asemeja más a una película de época, el intermedio que muestra su adolescencia está más cercano a los dramas románticos mientras que la última parte adquiere unos tintes de ciencia ficción que no encontramos en las partes previas.
Además, la historia consigue que el trío protagonista sea realmente atrayente, con personajes individualizados y que sufren de forma natural con las situaciones que deben vivir, sin forzar las acciones, sino con un desarrollo muy natural de todo ello. Es una pena que, en gran parte del metraje, la película desperdicie la idea de la donación de órganos obligatoria que sufren los protagonistas para introducirles en una historia de amor a tres bandas, algo que ya hemos visto en multitud de ocasiones y que esta vez debería haberse aderezado con esa situación ficticia. Sin embargo no logra ir más allá, no consigue explotar todo el potencial que podía haber dado y se queda en poco más que otra película romántica, aunque lo del "vivieron felices y comieron perdices" lo deja en los cuentos de princesas.
Si los personajes están bien trabajados, al menos el trío protagonista, el reparto tampoco se queda atrás. Carey Mulligan es la protagonista absoluta de la película, consiguiendo una gran actuación. Sin embargo, su papel se parece demasiado al que ya interpretó en "An Education", como chica inocente y familiar que quiere ser libre y descubrir cosas nuevas, por lo que se limita a repetir lo que ya la sirvió entonces. Andrew Garfield sin embargo es una grata sorpresa, un actor que ya demostró sus cualidades en "The Social Network" y que aquí interpreta un personaje completamente distinto, aunque igual de bien. Por otra parte Keira Knightley intenta mantener el nivel de sus compañeros de reparto pero parece ser incapaz de alcanzar esas cotas y su interpretación se descuelga bastante.
Mark Romanek, como director de la obra y principal responsable de conjugar todos los elementos, consigue una brillante adaptación de la novela de Kazuo Ishiguro y es capaz de arrancar grandes interpretaciones incluso a los niños que interpretan a los protagonistas en su infancia, lo que provoca que desde el primer momento el espectador se zambulla en la historia, todo ello con un ritmo pausado, atendiendo a los detalles y con una puesta en escena muy detallista.
Desde el momento en que los protagonistas conocen su destino, la película juega con la idea de que el ser humano pueda conocer la fecha de su muerte y cómo puede afectar eso a su vida. Sin duda, es una idea bastante deprimente, fallecer obligatoriamente a cierta edad, pero dentro de ella encontramos un rayo de luz, de optimismo, que invita a disfrutar de cada segundo como si fuese el último y de saborear cada experiencia porque nunca sabemos si la volveremos a repetir.
Fotos: BlogDeCine & DailyScreening
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